(Columna para Radio Córdoba) Este fin de semana se ha celebrado en Córdoba la Noche Blanca del Flamenco la que definitivamente ha demostrado ser otro de los eventos donde los cordobeses inundamos las calles. El flamenco se ha convertido en la excusa perfecta para salir, convirtiéndose junto con la Navidad y Semana Santa, en la tercera ocasión en la cual los cordobeses pasean por las calles tan desconocidas para muchos de ellos. La Noche Blanca del Flamenco es antesala de los dos siguientes eventos que tenemos en el calendario estival cordobés: el Festival de la Guitarra y la Feria de Teatro en Sur de Palma del Río, que permiten que de nuevo, esta vez en términos más minoritarios, salir a la calle a disfrutar de nuestras tradiciones. Para aquellos que critican este tipo de eventos, no podemos olvidar que éstos cumplen con una triple función social: además de ofrecer un espectáculo cultural para los amantes del género, (muy mejorables para los más puristas y aceptables para la gran mayoría), así como ser una excusa perfecta para el esparcimiento del pueblo por sus calles, estos festivales fomentan el gasto del ciudadano, motor de la economía de nuestras ciudades. Y esto señores, es el punto más importante desde un punto de vista pragmático y totalmente realista, con la que está cayendo. Que un vendedor ambulante ocasional ingrese 200€ en unas cuantas horas, que un bar por término medio ingrese 1.500€ o que un taxista dé más viajes de los acostumbrados en una noche de sábado, significa mantener puestos de trabajo, cuestión que no nos olvidemos, debe ser nuestra primera prioridad, y por lo que puede ver, ésto lo ha cumplido la Noche Blanca del Flamenco, retornando de manera sobrada, los 600.000€ que se han invertido en la celebración del evento. Por ésto, sólo queda darle la enhorabuena a los promotores de la idea, Joaquín Zurita y el Queco, por haber tenido el empuje de llevar a cabo un evento complejo y laborioso y que al final, redunda directamente en beneficio de los ciudadanos, así como al Ayuntamiento de Córdoba por su apuesta. En una ciudad liderada en tantos puestos por personas mediocres, es de agradecer la excepción que confirma la regla.