Desde hace mucho tiempo vengo reclamando visión para entender el momento histórico que vivimos a las clases dirigentes. Entender, saber e interiorizar que nos enfrentamos a una situación social no conocida nunca antes: un 30% de paro estructural en muchos territorios españoles. Modelos productivos caducos basados en el poco valor añadido a largo plazo, una inmensa mayoría de la población poco formada para entender la situación histórica que vivimos (tener un título universitario no es sinónimo de estar formado), la progresiva penetración de las tecnologías de la información y la comunicación, así como unos costes laborales altísimos para la economía existente en España (1.000€ es el mínimo coste laboral de una persona de 40 horas/semana) impedirán que el paro estructural en determinados territorios sea menor. Aunque estoy convencido de que los ayuntamientos pueden trabajar para recortar el paro y arañar un 1-2% a la tasa de desempleo frente a otras ciudades, es más que probable que el grueso del paro estructural se mantendrá en esos porcentajes, de ahí la importancia de contestarnos como sociedad, ¿qué hacer cuando el paro estructural afecte a una enorme parte de la sociedad? Hoy me encuentro vía Meneame con una noticia de El País con The Soul Kitchen, el proyecto del cantante Bon Jovi de un restaurante en el que se podrá pagar con dinero u horas comunitarias, entre ellas, echar una mano en el restaurante. Se plantea un modelo alternativo al papel moneda, como ya se conoce en otras partes del mundo, donde la actividad productiva es recompensada de manera diferente: comida a cambio de algo de trabajo en la propia cocina
No sé si un modelo como The Soul Kitchen triunfaría en España en general y en Córdoba en particular, pero sí tengo claro que representa el tipo de iniciativas urbanas que vamos a ver en los próximos años para mitigar el paro, donde ser atendido en un comedor de la beneficiencia no debe ser sinónimo de avergonzamiento y que el estatus social del que lo haga, no debe ser diferente. Pero para que triunfara, habría que trabajar en el aspecto social (no tiene que haber ninguna penalización social por ser usuario de este tipo de comedores), el incentivo (¿que esperar a cambio por parte del beneficiado por servir comida y cena?), y el régimen laboral y fiscal aplicable (cotizaría al IRPF? a la Seguridad Social?) para que todo ello fuera lo suficientemente atractivo que un sistema de beneficiencia de este tipo pudiera funcionar. La sociedad va a tener que tender hacia iniciativas comunitarias si quiere absorber toda esa masa de población que quiere trabajar pero no puede porque no tiene dónde ni por diferentes razones puede emigrar.