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Dentro de los temas que debatiremos en la III Semana de las Nuevas Tecnologías en Mataró, dedicaremos bastante tiempo a analizar la situación de la industria de la música y posible evolución que ésta mantendrá los próximos años. Decir que la industria de la música se encuentra en peligro desde la llegada de la red, es algo que los que nos dedicamos profesionalmente al tema de la red, es más que sabido y que hoy lo sabe hasta el que asó la manteca. Pero cuando leemos las espeluznantes cifras que Reuters publicaba el pasado domingo, nos damos cuenta que el fin de un modelo de negocio que ha existido durante los últimos 50 años ha llegado. Según el artículo, el 95% de las tiendas de venta de discos de Corea del Sur han cerrado en los dos últimos años. Las razones parece que las podemos encontrar en que Corea del Sur es uno de los países con mayor penetración de ancho de banda tal y como comentamos profusamente hace meses. Con unos índices de penetración de banda ancha muy por encima que el resto de los países, los usuarios de estas prefieren la facilidad de la descarga de canciones a través de la red que la compra de estas en formatos físicos y con una relación calidad precio harto discutible. ¿Es ésta la tendencia inevitable que seguirán todos los países cuando alcance esta penetración de ancho de banda? Nosotros creemos que la tendencia es más que clara y que la situación a la que se ha llegado en Corea, pronto se confirmará en España tras varios años de descenso en el nivel de facturación de las empresas discográficas. Oferta Musical Digital Cuando la industria de la música defiende los derechos que actualmente le da la legislacion, lo hacen sin plantear soluciones digitales legales. para nosotros, su argumento queda más que cojo. Hoy en día, después de más de diez años de existencia de un formato digital como el MP3, las ofertas legales por parte de la industria de la música en España para la compra de música digital es todavía muy primitiva. En España sólo podemos descargarnos música legalmente procedente de las majors en tres sites de internet: Tiscali, Prisacom y MTV . Estas tiendas son minoristas de la plataforma de distribución inglesa OD2[recientemente adquirida por la estadounidense LoudEye]
la cual licencia su tecnología y los derechos de las canciones a terceros como es el caso de las anteriores. Ante ésto tenemos que reseñar diferentes problemas que hemos conocido de primera mano: OD2 sólo licencia a quien ellos quieren o quien la industria de la música quiere. Solo hay determinados ofertantes y éstos se encuentran regulados por parte de quien oferta. Por otra parte, OD2 mantiene una plataforma tecnológica sobre Windows que utilicen el navegador Explorer, por lo que los usuarios de otros navegadores, mucho más seguros, o de otros sistemas operativos como GNU/Linux no tenemos la posiiblidad de acceder a este tipo de ofertas de música digital. Por último, la disponibilidad de canciones es harto discutible. Si buscas para descargarte la música de un grupo como Danza Invisible, el mismo ni siquiera aparece en la base de datos por lo que el catálogo de música es harto discutible. Es por eso que creemos que gran parte de la existencia del problema de canciones que se intercambian en la red de una manera descontrolada, se debe a que la oferta de música legal para su descarga no ha existido, y ahora, cuando comienza a haberla, es insuficiente, restrictiva además de cara en compracion con otros países (Estados Unidos). Pero no es sólo una cuestión de oferta de música. Mientras que los artistas que crean la música, continúen apostando por la firma de acuerdos multianuales con las discográficas, los consumidores nos veremos obligados a seguir con este tipo de situaciones. Las discográficas, al fin y al cabo, continuarán defendiendo sus derechos amparados por la ley, en que la reproducción y distribución de ejemplares, son derechos que les confiere la actual legislacion. Los artistas Pero, ¿y los artistas? Echamos gravemente en falta un compromiso por parte de los artistas que se llenan la boca con las pérdidas que les provoca la pirateria, de ahondar en las causas del problema del descenso de la venta de música en formato fisico y de que si las discográficas son así o asao. Ellos son los creadores de la música, los artistas que crean letras que nos hacen soñar. En una era como la que nos encontramos, cuando la creación de un disco es mucho más barato y asequible que antaño y gracias a los medios con los que se cuenta, la creación de una canción con un nivel de sonido profesional es alcanzable por aquellos músicos que así lo quieran y emprendan. La llegada de Internet ha solventado uno de los escollos más importantes que se ha tenido históricamente, la distribución al cliente. Gracias a la red, miles de grupos ofrecen su música a los clientes potenciales, permitiéndoles hacer conocer su música sin tener que tener en cuenta al distribuidor potencial. Sin embargo, no existen en el panorama musical ejemplos de artistas consolidados, de artistas punteros que tomen el toro por los cuernos y rompan sus relaciones con los Uno de los pocos artistas que han dado un paso adelante y han roto con el modelo vigesimónico de la industria de la música ha sido el inglés George Michael que en marzo de 2004, anunciaba que los próximos álbumes que editara serían libres y no al amparo de ningún contrato discográfico al uso. Las canciones suponemos que serán libres y previsiblemente se encontrarán al amparo de cualquiera de las licencias Creative Commons. Tímidamente en Estados Unidos hay movimientos que pueden augurar un futuro en que los trabajos de los artistas serán algo más libres que los actuales. La revista Wired en combinación con la fundación Creative Commons lanzará el próximo mes de noviembre un CD con 16 canciones de diferentes artistas que licenciará sus obras con licencias de reproducción y distribución menos restrictivas. Entre estos artistas podemos encontrar a Beastie Boys, David Byrne, Zap Mama, o Gilberto Gil. Sin embargo, y tal y como recoge este artículo del The WSJ, las canciones que se incluyen en este CD han sido liberadas para uso no comercial y para que puedan ser utilizadas en el intercambio en programas P2P. Sin embargo, cada una de las canciones incluídas, o bien no han sido objeto de inclusiones en otros CDs publicados por parte de las discográficas, o bien son canciones de grupos que no se conocen en los circuitos tradicionales de promoción y distribución, y ven este medio como una nueva forma de canal promocional. El problema de la promoción Sin embargo, ¿qué ocurre con la promoción?. Para que un potencial fan de música desee una canción, necesitará conocerla de algún modo. Esa es la misión que cumplen la TV y las radios por este orden. Ambos canales de promoción son la vía que hace que los clientes quieran consumir la música que se les ofrece a través de los canales de distribución. Si compras un disco de Chambao, será porque de alguna manera u otra, habrá sonado en TV o en la radio. También es posible que haya sido una recomendación realizada por los amigos, o bien por algún que otro local de ocio haya puesto la misma. Hasta que los canales promocionales no se hagan mucho más distribuidos y no se encuentren tan centralizados como ocurre en la actualidad con la radio y la TV, seguramente estaremos condenados a que sólo se compren determinados artistas y que la oferta musical se encuentre reducido a lo que determinados programadores de radiofórmulas. El futuro de la música y que la actual industria se ¿Qué nos puede deparar el futuro? Podemos comenzar a vislumbrar una vuelta al mecenazgo de las artes que ocurría siglos atrás. Actualmente empresas como Coca Cola o Pepsi, están llevando a cabo campañas donde la música es la principal protagonista. La compra de millones de canciones por parte de Coca Cola o de McDonald´s para su posterior oferta a terceros, parece enseñarnos como viene el futuro. Corporaciones que ven la música como un complemento ideal para reforzar la venta de otros productos. Estrategias de Loss Leader seguidas por Apple con su tienda iTunes o la de universidades estadounidenses a Napster, o los acuerdos a los cuales se están llegando con ISPs, enseñan que la música se ha convertido en una commodity, y que los ingresos reportados por los mismos, serán producidos por grandes empresas y que antes o después, tendremos que aceptar como mal menor el uso de compulsory licenses para la resolución de los problemas del intercambio de archivos en la red. Por otra parte, el incremento de la capacidad de disco duro que se tiene en los aparatos electrónicos, ofrecen la posibilidad de poder integrar decenas de miles de canciones en los mismos, de tal manera, que la música se encuentre incluída en los aparatos en el momento de su compra. Tal y como comentábamos meses atrás, el futuro vendrá marcado por aparatos electrónicos cargados con música personalizados en función del comprador. En el año 2001, escribimos un ensayo sobre cómo creíamos que la industria de la música se encontraría en el año 2010. En la misma hablábamos de cómo las discográficas poco a poco irán convirtiéndose en lo que llamábamos Music Service Providers, o lo que es lo mismo, cómo los artistas comenzarían a ser algo más independientes que las discográficas, convirtiéndose éstas en proveedoras de servicios musicales de promoción y distribución para los artistas que solicitaran su servicio. Los artistas serían trabajadores autónomos que recabarían de diferentes empresas y personas para poder distribuir la música y ellos mismos podrán encontrar canales promocionales a los que no se tengan que circunscribir de un modo autónomo. El futuro de la música parece más prometedor que nunca. Se consume más música que nunca y la quimera se encuentra en averiguar cómo convertir la música que se consume en ingresos para la cadena de valor de la industria, ofreciendo contenido digital a los consumidores a un precio conveniente. Una pista, la clave se encuentra en el canal de promoción, y es lo que nadie parece haberse dado cuenta.
